Más naturaleza, menos apuro.

Más naturaleza, menos apuro.

Programa prevención y promoción en salud mental, Ave Fénix.

Lic. Psic. Jessica Martínez.

La humanidad ha logrado un nivel de desarrollo tecnológico inimaginable. Vivimos rodeados de aparatos y objetos de diverso tipo que pueblan nuestra vida cotidiana con múltiples estímulos.

Podríamos reconocer en principio una gran cantidad de beneficios, pero también debemos que estos tiempos actuales son tiempos de prisa. Vivimos mentalmente acelerados, a pesar de pasar cada vez más horas sentados frente a pantallas que ocupa nuestras horas de ocio y de trabajo.

La vida que llevamos nos acarrea a una mecanización tan grande que nos quedamos sin tiempo de mirarnos a nosotros mismos.

Los efectos no son tan alentadores como podría parecer. Los altos índices de trastornos mentales que afectan a la civilización moderna se han vinculado con los altos niveles de estrés con los que se vive.

La desconexión con nosotros mismos, la prisa, el estilo de vida sedentario, aislamiento y desconexión con la naturaleza, son factores que afectan nuestra calidad de vida y salud mental.

Existen actualmente datos de la OMS donde vemos que uno de cada cuatro personas adultas padece una enfermedad mental, siendo las principales dificultades en la actualidad, síntomas de ansiedad, depresión, desmotivación y estrés.

El sociólogo Byung Chul Han denomina a nuestra sociedad contemporánea como la sociedad del cansancio, donde lo que prevalece en estos momentos es el agotamiento y la fatiga.

El autor le llama la sociedad del rendimiento y la súper producción que nos lleva a una idea de poder sin límites. La exigencia del “si, yo puedo”, el lema de esta época, nos conduce a un cansancio extremo, a una forma de vida que nos lleva al colapso del “yo”, generando una fractura de nuestro psiquismo.

La imagen que propone es muy sugerente, podemos compararla al sobrecalientamiento de un auto. El agotamiento es consumir hasta la última gota, siendo el agua sinónimo de vida, es quedarnos sin vitalidad, sin vida. Una sensación que suele recorrer nuestras vidas cotidianas.

Frente a los síntomas de la vida actual necesitamos encontrar otras formas de transitar la experiencia de vivir. Necesitamos entrar en contacto con nosotros mismos, con nuestra sensibilidad, alejarnos de esta rueda automática de la cotidianidad.

Es necesario preguntarnos qué nos hace bien, qué cosas nos aportan calma y procurar nuevos equilibrios.

Lo interesante es que existen formas relativamente accesibles de encontrarlas. Una de ellas es el simple contacto con la naturaleza, algo tan obvio y evidente que se nos ha olvidado.

Desde hace muchos años, diferentes tradiciones filosóficas y espirituales recomiendan el contacto con entornos naturales, paisajes arbolados, cursos de agua naturales, montañas, dado que están llenos de energía y transfieren fuerza vital a las personas.

En la actualidad, diversos estudios científicos han demostrado que la interacción con la naturaleza es altamente benéfica para nuestra salud física, mental y emocional. Entre las cosas que se han estudiado puede resaltarse que el contacto con la naturaleza nos permite entrar en un ritmo más lento, de tranquilidad y calma.

Neuropinar clínica integral

Se pudo demostrar mediante encefalograma como los paisajes naturales influían en el bienestar psicológico y fisiología del estrés, constatándose que contemplar paisajes naturales se asocia a mayor amplitud de ondas alfa, lo que a su vez se vincula a una producción más elevada de serotonina.

Lo que ocurre es que, mientras que la ansiedad se asocia a menor amplitud de ondas alfa y mayor actividad de ondas beta, cuando disminuyen los niveles de excitación y estrés, podemos darle lugar a la calma, como es el caso de la meditación donde también se observa una mayor actividad de estas ondas alfa.

Todo indica que las actividades en contacto con la naturaleza, alejadas del bullicio de la vida urbana, enraízan a las personas en el tiempo presente y permiten entrar en una conexión más profunda con nuestro ser interior.

Los estudios actuales han indagado sobre los beneficios de elementos naturales como el aire, la luz solar, los sonidos de los entornos ambientales. Lo bueno es que no es necesario irse a las montañas para obtener algunos efectos positivos en nuestra vida.

Algunas de las acciones que podemos emprender son:

*Podemos simplemente darnos baños de verde, haciendo caminatas por parques y lugares donde podamos estar rodeados de vegetación y árboles.

*Podemos incluir en nuestros circuitos habituales caminos y recorridos que incluyan entornos naturales.

*Incorporar flores y plantas en los espacios físicos que habitamos, dentro de nuestros hogares y lugares de trabajo.

*Contemplar los espectáculos de la naturaleza, como un amanecer, un atardecer, los colores de la luz del sol al reflejarse en los objetos.

*Hacernos más conscientes de la contaminación sonora y comenzar a prestar atención a los sonidos de las aves, del viento o simplemente del agua en movimiento. Los entornos naturales pueden ser paraísos acústicos.

En síntesis, algunas claves para encontrar mayores niveles de bienestar pueden estar tan próximos como es conectar con la naturaleza.

Esto puede significar algo mucho más trascendente como sabernos parte de un todo mayor que nos contiene. En contra de lo que podría parecer, se hace necesario, dejar nuestro ego y reconocernos humildes ante la inmensidad. Tomar perspectiva, sentirnos conectados a la naturaleza es conectar con la vida.

Lic. Psic. Jessica Martínez.

Alejandro Montandon